El 24 de marzo es una fecha muy cara al sentimiento de los argentinos: ese día pero en 1976 un Golpe de Estado le daba una estocada a la democracia.

Desde ese día y hasta las elecciones de 1983 sucedieron cosas feas, raras, para algunos imposible de olvidar…

El 24 de marzo es el “DÍA DE LA MEMORIA POR LA VERDAD y LA JUSTICIA”

La mamá de Martina Maldonado Díaz, una joven de 17 años, hizo llegar a la redacción de “NO Estamos Locos” este escrito que nos autorizaron a compartir:

DUENDES…

Seguramente fueron los duendes – Afirmaba la abuela mientras buscaba su caja de hilos de costura.

Recordé finalmente esas insignificantes palabras. Nunca había creído en los duendes hasta ese día.

Me resultaba difícil creer que esos pequeños pero cautelosos seres místicos que se llevaban mis cosas existían. Yo era muy olvidadiza, siempre olvidaba donde dejaba mis pertenencias. En si la excusa me parecía muy divertida, pero también me inquietaba que hombres disfrazados con un traje verde visiten mi casa a llevarse a quién sabe dónde mis objetos.

Hasta que me empezaron a pasar situaciones en las que solo podía culpar a los duendes.

¡Ellos se llevaron mis libros! Me encantaba leer a María Elena Walsh cuando volvía del colegio, realmente esa mujer es un prócer cultural, pero en un instante mis reliquias favoritas desaparecieron de mis manos. Incluso los culpo de llevarse toda la música de mi casa, a mi madre le encantaba la dulzura con la que canta Mercedes Sosa. Seguramente desaparecieron también la alegría y juventud que caracterizaba a mi madre; ahora parece una veterana de la senectud que se ahoga en el alcohol, y eso que no ha pasado los 50 años. Vive con miedo, paranoica, con sueños donde se despierta sobresaltada. Para mí, le tiene miedo a los duendes porque, cuando los menciono, se pone como loca a gritarme que no debo hablar de ellos.

Me intriga saber dónde llevan nuestras cosas ¿Qué harán con ellas? ¿Se las llevan para venderlas? ¿O por qué no soportan que la buena música y la cultura existan?

Hoy entendí todo. Por fin pude aclarar mis dudas y dejar de ser una persona superficial; hoy vi un duende.

Son realmente crueles, y no son como me los imaginaba. Tienen una estatura promedio, sus orejas no son puntiagudas y no parecen llevar magia dentro de su ser.

Los vi estacionarse en frente de mi casa. En vez de zapatos de punta vestían unas botas militares y en vez de varitas mágicas llevaban armas de un porte impresionante. Mi puerta fue tirada abajo y entraron tres hombres con colores verdes en sus prendas. Agarraron a mi padre, lo golpearon reiteradas veces en el suelo. Él siempre me enseñó que la libertad era una prioridad importante, siempre fue un hombre de buenos valores y muy solidario. A los duendes, poco les importó estas virtudes. A mi madre y a mí nos contenía uno de ellos, mientras nos explicaba que, a los descarriados había que erradicarlos. No entiendo esas palabras; mi padre estaba lejos de ser un descarriado. Lo dejaron inconsciente, con su rostro goteando sangre, y se lo llevaron arrastrando su cuerpo, hasta el distinguido Ford verde que esperaba afuera.

No sólo se llevaban libros y música, también se llevaban personas. Yo sé que la gente no cree en los duendes, porque no notan la ausencia de las personas en su alrededor. O peor, entienden que los duendes son buenos, y que son seres que ayudan a la gente. Pero hoy, después de años entendí que, no son duendes, son dictadores.

Autora: MARTINA MALDONADO DIAZ – 17 años

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